La tecnología y el caso Rosselló

POR PEDRO DOMINGUEZ BRITO

En estos días la carrera política de Ricardo Rosselló,  gobernador de Puerto Rico, quedó arruinada, al igual que la de varios de sus allegados. Aunque su imagen ya estaba deteriorada, la copa la rebosó el “uso inadecuado” que hizo de las redes sociales. En un grupo de chateo del que era líder, se burlaron de varias personas, algo extremadamente condenable, sobre todo en quien dirige los destinos de una nación.

Steve Jobs, una de las figuras más influyentes en el mundo actual, reflexionó: “La tecnología no es nada. Lo importante es que tengas fe en la gente, que sean básicamente buenas e inteligentes, y si les das herramientas, harán cosas maravillosas con ellas”.

La tecnología puede ser positiva o negativa. Depende del empleo que le demos. Te puede destruir o hacer avanzar. He visto vidas destrozadas y futuros promisorios gracias a que fue mal o bien comprendida. Por ello, suelo escribir al respecto.

Me he referido a la nomofobia, considerada uno de los trastornos del siglo. Es un temor irracional de estar sin celular o móvil, sea porque se le haya quedado en algún lugar, porque no tenga batería o porque carezca de señal. La mayoría la padece sin saberlo. Los afectados sufren ansiedad, taquicardias, pensamientos obsesivos, dolor de cabeza y de estómago. Puede provocar locura.

El celular o móvil, para muchos, es parte esencial de sus cuerpos, indispensable como respirar. Cuando no lo tienen, se sienten incómodos, inseguros, ariscos, violentos. Estos aparatos han sustituido las conversaciones, imperando el reino de la mudez.

También, recientemente,  la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que la adicción a los videojuegos es una enfermedad mental que se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego continuo o episódico, pero recurrente, sea en línea (a través de Internet) o fuera de línea. Es un vicio.

El organismo internacional lo considera enfermedad porque el individuo continúa o incrementa el juego a pesar de sus consecuencias perjudiciales. Los videojuegos pueden causar un deterioro significativo a nivel personal, familiar, social, educativo, ocupacional o en otras áreas.

Lo ocurrido con Ricardo Rosselló y parte de su entorno debe motivarnos, no solo para usar la tecnología para ser mejores y más sanos, sino para hacerlo siempre con decencia, sin ofender a nadie, respetando en todo momento la dignidad del prójimo.  Y lograrlo es sencillo, pues depende exclusivamente de nosotros.