Las preocupaciones de la vida Las preocupaciones de la vida
POR RAFAEL BALDAYAC Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno... Las preocupaciones de la vida

POR RAFAEL BALDAYAC

Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, preguntó: “– ¿Cuánto pesa este vaso?” Las respuestas variaron entre  5 y 10 onzas.

El psicólogo respondió: “El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará”.

Y agregó: “El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve.”

Explicó: “Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si piensas un poco más empiezan a doler y, si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada.»”

La reflexión del vaso de agua es una enseñanza que explica lo importante que es hacer a un lado las preocupaciones, los problemas y las presiones de la vida.

Es una metáfora que se utiliza para ilustrar cómo las preocupaciones y los problemas pueden afectarnos dependiendo de cuánto tiempo los mantenemos en nuestra mente.

Por lo tanto, la reflexión del vaso de agua nos enseña la importancia de soltar nuestras preocupaciones y no permitir que consuman toda nuestra energía y atención.

Moraleja: Acuérdate de soltar el vaso, es decir, de no preocuparte demasiado o estar enfadado todo el tiempo.

No es normal, ni sano, estar enfadado todo el tiempo.  Detrás de todo enfado hay algún grado de frustración. Nos irritamos porque nos sentimos incapaces de controlar alguna situación, e incluso a alguna persona. Eso es claro.

Como también lo es que todos, absolutamente todos, de vez en cuando tenemos enfados o ratos de mal humor. Pequeñas explosiones de carácter que puede ser muy saludable cuando las origina una causa razonable.

Pero, ¿qué pasa cuando los enfados no cesan, cuando permanecemos casi todo el tiempo con el ceño fruncido, los ojos entreabiertos y a la caza de alguna pelea? ¿Será que pertenecemos a ese grupo de “gruñones por naturaleza”, o hay algo más ahí?

La respuesta es una sola: detrás de los enfados frecuentes hay más que una frustración pasajera; lo que se esconde es una depresión encubierta.

EL ENFADO CRÓNICO: En ocasiones el mal humor no es asunto de un rato, sino que se extiende por semanas, meses o años. A veces lo inusual no es que tengamos esos incendios repentinos en nuestro carácter, sino la serenidad.

El enfado se va convirtiendo en nuestra manera “normal” de ser ante la vida. Todo nos molesta; nos volvemos intratables y salirnos de quicio es la nota predominante.

En este caso el enfado no está dirigido contra una persona o una situación en particular. Simplemente, se siente todo el tiempo y se experimenta como intolerancia, fastidio, hastío.

A su vez, se expresa por medio de las actitudes clásicas: gritar, permanecer inquieto y tenso, y tener siempre a mano un comentario de auto-descalificación o de crítica para los demás.

Físicamente, se manifiesta a través del ceño fruncido permanente, problemas digestivos y, muy probablemente, dificultades para dormir adecuadamente.

Si ese es tu caso, lo más probable es que no estés enojado con el mundo: en realidad, estás enojado contigo mismo.

La ira es como un fuego interno que arde. Un elemento capaz de dar calor o de arrasar lo que encuentre a su paso. Esa ira indefinida es también una fuerza interna de la que no has logrado apropiarte.

La frase “no se ponga el sol sobre vuestro enojo” es una cita de la Biblia, específicamente de Efesios 4:26. Esta frase es una exhortación del apóstol Pablo a la iglesia de Éfeso en el Nuevo Testamento.

El significado de esta frase puede interpretarse como un mandamiento de no permitir que termine el día sin haber mostrado gracia al renunciar al enojo. En otras palabras, sugiere que uno no debe mantener el enojo hasta el final del día. Es una invitación a resolver los conflictos y a perdonar antes de que termine el día.

Ricardo Rosa

Periodista, labor que realizo desde 1970. He laborado en diferentes medios noticiosos (radio, televisión, periódicos impresos y digitales) tanto de Santiago como de Santo Domingo.

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