“Desde marzo no había podido ni cortarme, ni pintarme más el cabello. En casa uno trata de hacer algo, pero nunca es igual. Estaba esperando este momento. Poco a poco volveremos a la normalidad ”, dijo Reynoso, quien está residenciada en Nueva York desde hace 28 años.
La inmigrante dominicana esperó para ser atendida en una de las sillas que dispusieron en las afueras del Salón Deyanira, ubicada en la Avenida Amsterdam, entre la calle 160 y 159 del Alto Manhattan, en la misma cuadra donde coexisten tres salones de belleza.
Por ahora, no está permitido que los clientes se encuentren adentro y deben esperar afuera para que ellos tengan que ver el distanciamiento social.
“A nosotras las hispanas nos gusta estar arregladas. Hoy finalmente me voy a cortar y si hay disponibilidad me aplico una keratina. Tuve que hacer cita, llamando por teléfono. Hay muchas reglas nuevas para todo ”, narró Reynoso.
Al mismo salón acudió la colombiana Teresa Prado, quien se le aconsejó hacer la solicitud de servicio por teléfono, “porque estaban repletos”.
“Me dijeron que lamentablemente era imposible que me cortaran y secaran hoy, porque no tengo cita. Bueno, toca adecuadamente. Seguiré con mi gorro porque tengo el cabello impresentable ”, dijo.