La COVID-19, no humaniza al desalmado
Opinión May 29, 2020 Ricardo Rosa
POR RAMON ANTONIO VERAS
I.- Debemos ocupar el final de nuestras vidas para lo que es útil
1.- Luego de un escrito que elaboré con el título: “Motivar positivamente a la niñez en época de la COVID-19”, de fecha 25 de mayo de 2020, una amiga que había leído mi trabajo, me comunicó que dándole seguimiento a mis publicaciones ha observado que continuamente abordo temas relacionados con la niñez, y me preguntó por qué.
2.- A mi lectora y camarada puedo decirle que me motiva exponer asuntos que tocan a la niñez, porque creo que actualmente es el único segmento de la sociedad dominicana que no está totalmente contaminado por las taras que dañan a la especie humana.
3.- Al llegar a mi tercera edad, he decidido observar con detenimiento cuál es el proceder del ser humano de mi país partiendo de que a los integrantes de la generación de la que formo parte nos queda mucho menos tiempo por vivir que el intervalo vivido.
4.- Para mi tranquilidad espiritual tengo legítimo derecho de saber con quién mantengo relaciones de amistad, y también tener conocimiento hasta dónde llega el odio hacia mí de parte de mis adversarios ideológicos, profesionales o, simplemente, aquellos que son mis antagonistas sin fundamento alguno.
5.- No hay que tener un alto nivel de inteligencia para darse cuenta el profundo grado de descomposición a que ha llegado el medio social dominicano y cómo ese agrietamiento ha afectado a las personas en sus sentimientos.
6.- En un ambiente social, a veces, la presencia inesperada de un hecho desgraciado motiva el cambio de conducta de un individuo, convirtiéndole de insensible a comprensivo, transformándole de despiadado a piadoso. Pero ocurre que algunos se dañan de tal forma que nada les modifica su normal indolencia que ya le es inherente porque su contagio es antisocial.
7.- Los efectos devastadores de la COVID-19, que han causado aflicción a toda la humanidad, no han conmovido a las personas que en la sociedad dominicana han llegado a una frialdad en su sentir que, en lugar de estar compungidas por los sufrimientos presentes en el universo, se comportan impasibles como si nada estuviera pasando.
8.- La generalidad de aquellos de nuestros coterráneos que el ambiente les tragó la parte noble del fondo de su alma reaccionan apáticos; permanecen abúlicos, demostrando con sus actuaciones que solamente existen para causar daños, ultrajar y lanzar a los demás cuantos calificativos sirven para denostar y de cualquier manera ultrajar.
9.- Aquel entorno que estaba en su mayoría compuesto por comunitarios humanistas, inclinados a demostrar su vocación a la ternura, ya están contaminados por la aspereza de cómo actúan aquellos que ahora están dominados por el aborrecimiento. Malquerer, detestar y abominar se han hecho algo cultivado de los que hace tiempo borraron de sus corazones las palabras de sanas actuaciones.
10.- Los miles de muertos y contagiados causados por la COVID-19, que enlutan y afligen al mundo civilizado, no entristecen en lo más mínimo a compatriotas nuestros que en lugar de sentirse acongojados, se muestran relajados, imperturbables, porque el tormento ajeno no afecta para nada a aquellos que viven para sí sin preocuparles el desconsuelo de sus afligidos semejantes.
II.- El cambio de conducta operado en nuestra sociedad
11.- Sin hacer el mayor esfuerzo podemos darnos cuenta que el ámbito nacional dominicano donde se formó nuestra generación, hace tiempo que dejó de ser el mismo. Diferentes fenómenos sociales han incidido para modificar la manera de conducirnos, de donde resulta que no debe sorprendernos los cambios que se han efectuado en muchas conductas.
12.- No era común en épocas pasadas encontrarse con sujetos habituados al aborrecimiento, algo que ahora es usual. Estamos en cualquier lugar expuestos a toparnos con especímenes que por sus gestos nos damos cuenta que estamos en presencia de alguien que destila encono, puro veneno contra todos o algunos de los que están a su vista.
13.- En un círculo social donde comparten buenas personas, están expuestas a ser víctimas de un antisocial e inoportuno que de entrada saca de su garganta palabras con las cuales se siente realizado mortificando a uno cualquiera de los contertulios, porque la situación está que el angustioso se hace sentir en cualquier lugar para deprimir a los que vivifican y activan buenas relaciones.
14.- Mientras más se descompone el medio que hemos escogido para vivir en paz, mucho más difícil se hace la existencia al tener que toparse con personas mentalmente condicionadas para hundirle el ánimo a los que solo aspiran a departir con quienes animan, saben alegrar y ponen contentos a los suyos. Es bueno estar esquivo para saber el momento de abandonar el lugar donde se aparece aquel que solo sabe hacer venir abajo los buenos ánimos con términos pesarosos.
15.- En un país cualquiera, donde grupos humanos asimilan por completo el cambio de la práctica social de deleitar, por la de disgustar, lo mejor es mantenerse apartadizo con el fin de no pasar por episodios de mal gusto.
16.- Si procuramos divertirnos con la bonita compañía de los amigos sinceros, y al encuentro llega un inoportuno con temas fastidiosos, lo que hay que hacer es suspender la reunión y así solo nos quedará en la mente la conversación que nos deleitó, y no las expresiones de mal gusto de quien vino a dañar el momento.
17.- Aquellos seres humanos que tenemos la dicha de haber vivido ochenta años o más, no debemos desperdiciar tiempo alguno haciéndole caso a quien disfruta entristeciendo a quienes solo aspiran a permanecer entusiasmados y libres de los pesares que causan abatimiento. Los quitasueños gozan sembrando calamidad para afligir a quien busca placidez.
18.- Resulta saludable tener una existencia en paz, no haciendo lo que pueda crearle desazón a los demás. La nobleza manda que la discrepancia con alguien la podemos poner en claro con decencia sin tener que hacer uso de odio expresado en bajeza, ruindad, vileza y mezquindades.
III.- Una sociedad heterogénea genera personas con proceder diferente
19.- Si todas las sociedades humanas fueran homogéneas desde el punto de vista clasista, porque descansan sobre igual base económica, y se levantan estas sobre una superestructura social que genera ideas acorde con los intereses de la clase que representa la mayoría y el desarrollo de las fuerzas productivas, entonces la coexistencia entre los seres humanos sería armoniosa y, por igual, dulce y agradable.
20.- Si a las dominicanas y a los dominicanos nos hubiera correspondido vivir en un medio ambiente acogedor, en el cual los miembros de la comunidad se comportaran con una conducta que produce agrado, la existencia fuera bonita y altamente graciosa, porque de seguro no estuviéramos que encontrarnos con esos tunantes que permanecen todo el tiempo haciendo travesuras y críticas con lenguaje de cacatúa.
21.- Para librarse de escuchar las lenguaradas de los maldicientes que se ocupan de amargar a personas de bien, lo más atinado es mantenerse alejado de los lugares por donde ellos merodean. Aquel que busca sentirse cómodo de vista y oído debe abstenerse de estar cerca de los maledicentes que en nuestro país andan por esas calles de Dios, con su alma gangrenada, el corazón infecto y su conciencia viciada.
22.- Si es bonito compartir con personas maravillosas que simbolizan lo hermosa que es la especie humana, debemos preocuparnos para sentirnos deseosos de vivir por estar al margen de quienes buscan causar pesadumbre y toda clase de aflicción.
IV.- Motivación para escribir sobre nuestra niñez y la lástima al odiador
23.- Al inicio de este artículo expuse las razones por las cuales he escrito diferentes trabajos relacionados con niños de mi país. La motivación que me lleva a dedicarme a desarrollar temas vinculados con los infantes es porque creo que la niñez dominicana todavía es salvable.
24.- A diferencia de las niñas y de los niños, que todavía pueden ser bien orientados y librados de ser contaminados por entero en su modo de proceder, hay otros individuos que ya no hay forma de regenerarles porque sus sentimientos están empapados al absorber todas las lacras que genera la enferma sociedad dominicana.
25.- Es de suponer cómo anda la mente de un individuo que demuestra estar regocijado hiriendo sentimientos de gente noble, al momento que la humanidad se siente apenada porque la COVID-19 ha matado 359,000 y contagiado más de 5 millones 803 mil seres humanos. Basta con decir que aquel que no enseña compasión ante el dolor de la colectividad universal, es un desalmado.
26.- Lo que manda el buen actuar es no ocuparse de los que solo sirven para dañar y fastidiar. La sensatez y el buen juicio nos dicen que debemos olvidarnos de los perversos, y continuar el tiempo útil para la felicidad de los niños, sin preferencia o discriminación en cuanto a raza, color, lengua, creencia religiosa, política, nacionalidad, posición económica u origen social.
27.- Es provechoso dar los pasos necesarios a los fines de que los niños y las niñas tengan a su disposición la posibilidad de alcanzar los conocimientos para su desarrollo educativo y cultural, a la vez que se preparan de manera integral para en el mañana contribuir con el desarrollo de la sociedad.
28.- Por último, debemos coronar este trabajo diciendo que mantenemos el cerebro funcionando con el convencimiento de que más que desprecio, el odiador de lo que se hace merecedor es de lástima porque tal vez así aprende que sus gestos y actuaciones para perjudicar, lo que motivan es compasión. Está comprobado que la víctima del perjudicador se eleva cuando le dispensa piedad para que cure su enfermedad diabólica de maldecir.