La suerte del capo de la droga, de 61 años, ha estado en manos de ocho mujeres y cuatro hombres, todos ellos vecinos anónimos de los barrios de Brooklyn, Queens y Long Island, y las deliberaciones se han extendido durante más de 34 horas.
El jurado tenía el veredicto listo a mediodía de Nueva York y se le leyó media hora después. Él lo recibió sentado, con camisa gris y corbata gris oscura, buscando continuamente con la mirada a su esposa, Emma Coronel, que lucía una chaqueta larga de color verde.
Tras conocerse el veredicto, el fiscal del distrito este de Nueva York, Richard Donoghue, calificó el día de “histórico” y subrayó que se trata de una “victoria”.
“Se equivocan los que piensan que la guerra contra la droga no merece la pena”, afirmó a las puertas de la Corte, escoltado por su equipo de colaboradores y bajo un intensa nevada. El juicio, añadió, “levantó el telón como ningún otro sobre el operativo del narcotráfico” que lideró Joaquín Guzmán.
Ray Donovan, de la oficina antidroga, destacó por su parte la cooperación con la autoridades mexicanas. “No importa quién sea, dónde te encuentres o el poder que tengas”, remarcó, “no hay escapatoria”.
Jeffrey Lichtman, uno de los tres abogados del narco mexicano, aseguró por su parte que “lucharon hasta la muerte” por su cliente y subrayó que tiene intención de apelar porque considera que se les limitó en el proceso la posibilidad de cuestionar a los testigo.
“La gente pensaba que iba a ser condenado en cinco minutos. Lo hemos tenido fuera durante seis días. sabíamos que este día iba a llegar. Esperábamos que no. Evidentemente, el jurado se tomó su tiempo y fue con cuidado”.
Tras la lectura del veredicto, el magistrado que preside el juicio, Brian Cogan, afirmó que en sus 13 años de ejercicio “nunca” había tenido “un jurado que hubiese prestado tanta atención a las deliberaciones y al proceso”. “Este caso”, añadió Cogan, “demuestra que el sistema de justicia funciona”.