

El fanatismo político y la enemistad
Opinión July 1, 2025 Ricardo Rosa

POR PEDRO DOMINGUEZ BRITO
Con la desaparición de Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer, también se esfumó el fanatismo político, aunque quedan algunas huellas producto de las incontrolables pasiones. Había notables diferencias entre ellos, desde la ideología hasta la personalidad de cada uno. Eso influencia.
Lo de “matarse” en las esquinas defendiendo, atacando, amando u odiando a un líder político es tan pasado, que las nuevas generaciones no entienden que eso ocurría. En términos generales esto es positivo y ha influido para mantener el apreciable clima de paz política que tenemos. Cuando el presidente de la República se reúne con los expresidentes y se trata con respeto, el mensaje de armonía llega a cada uno de sus seguidores.
Pero, como expresé, hay excepciones, como las de dos de mis mejores amigos que ahora son enemigos por culpa de discusiones políticas. Estábamos en una tertulia. Alguien, sanamente, indicó que las Águilas Cibaeñas, como equipo de béisbol, tenía más mística que el Licey; otro, malinterpretando la “chercha” y tomando el comentario como ofensa para él, respondió en tono agresivo que el aguilucho no tenía moral para hablar pues estaba apoyando a un partido político que…
El aguilucho se incomodó. De inmediato iniciaron los dimes y diretes, las voces alteradas, los señalamientos con el dedo índice, las interrupciones en las intervenciones, los intentos de demostrar conocimiento de la historia, las descalificaciones personales…
Aunque varias veces tratamos de que las aguas volvieran a su nivel, ambos no hicieron caso, hasta que, bajo la amenaza de que si continuaban así jamás sería invitados a estos encuentros, la calma regresó, no sin antes los dos mirarse como advirtiéndose mutuamente que el enfrentamiento no terminaría ahí.
Durante el resto de la velada los guerreros guardaron silencio, permaneciendo con sus rostros amargados y desfigurados por el odio; no disfrutaron la música, la “picadera”, el vino, los chistes repetidos, los relajos sin malicia… Los demás pensábamos: ¡qué tristes y aburridos se ven esos dos!
Cuando somos capaces de política debemos hacerlo con altura. Podemos defender nuestras convicciones sin denigrar a nadie, sin pronunciar epítetos contra los demás. Nuestra sociedad ha madurado en ese aspecto; no existen antagonismos insuperables entre nuestros líderes políticos, una diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos donde resulta imposible que dialogen o se refieran al contrario con cortesía.
En la política (y en la vida) el fanatismo daña, ciega y nubla el buen juicio. Se requiere tolerancia con quienes difieren de nosotros; la verdad no es exclusiva de nadie; de todos se aprende, sin importar colores partidistas. Y eso se lo explicaré a mis dos amigos, para que de nuevo se den la mano como hijos de Dios.