Antisemitismo: ideologías de odio

POR RAFAEL BALDAYAC

Hoy jueves 27 de enero se conmemora el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. Se cumplen 77 años de la liberación de Auschwitz, el mayor campo de exterminio en la historia de la humanidad.

Una fecha que busca no solo rendir homenaje a los millones de personas que murieron en los campos de concentración nazi, sino también tomar medidas para ayudar a superar circunstancias traumáticas, es decir, crear resiliencia en cuanto a las ideologías de odio.

Durante la Segunda Guerra Mundial se calcula que seis millones de judíos europeos, hombres, mujeres y niños, fueron exterminados en tres años de locura genocida, que ha pasado a la historia con el nombre de Holocausto,  término del griego que significa “quemarlo todo” o Shoá –la catástrofe–.

Las cámaras de gas y los hornos crematorios llegaron a matar hasta 5,000 personas por día en Auschwitz-Birkenau, campos de concentración y exterminio de la Alemania nazi ubicado en los territorios polacos ocupados durante la guerra.

El gérmen del odio: xenofobia, antisemitismo y discriminación de género, se arraigó con el antisemitismo, el cual hace referencia a la hostilidad hacia los judíos basada en una combinación de prejuicios de tipo religioso, racial, cultural y étnico.

Esa masacre, el horror causado del holocausto nazi, jugó un papel fundamental en la adopción, en 1948, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Leyendo el artículo 1, vemos una clara alusión contra el antisemitismo y cualquier tipo de discriminación: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

El antisemitismo fue el eje fundamental que desató el holocausto nazi. El Diccionario de la Real Academia Española define antisemita como “que muestra hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia”. Es una forma específica de racismo.

Se conoce como antisemitismo al rechazo hacia la comunidad judía y su discriminación social, económica y política. Muchos consideran que la pasión de Cristo es el origen del antisemitismo.

Constituye un problema espiritual. Sucedió que en el año 70, las tropas romanas que invadieron Jerusalén destruyeron el templo de nuevo. Este hecho tiene una gran importancia. Jesús había hablado de la destrucción de la ciudad y de su templo 40 años antes.

Para Israel, la ciudad de Jerusalén y el Templo lo eran todo, y no sólo en el aspecto religioso sino también en el social y el económico. Su destrucción significó la destrucción de toda la nación.

Después de la destrucción del Templo en el año 70 d.C., el pueblo judío se dispersó entre las naciones, y la mayoría terminó en enclaves por toda la Europa actual.

Está claro que desde que el cristianismo se extendió y más tarde se convirtió en la religión del Imperio Romano, es difícil separar la historia del antisemitismo de la de la iglesia.

Muchos padres de la iglesia crecieron en una sociedad que apenas toleraba al pueblo judío. Agustín dijo una vez sobre los judíos: “Dispérsalos hacia el extranjero y quítales la fuerza. Y derríbalos, oh Señor”.

Aún más dura es la declaración de Lutero: “Primero, incendien sus sinagogas . . . Segundo, aconsejo que todas sus casas sean arrasadas y destruidas”.

Cuesta aceptar que hombres de Dios tan poderosos pudieran demostrar tanto odio hacia el pueblo judío por rehusarse a aceptar a Jesús como el Mesías.