El abominable culto a la muerte El abominable culto a la muerte
POR RAFAEL BALDAYAC La celebración pontifical  que honra a los que se han ido al “más allá”, comienza desde  hoy 1 de noviembre con... El abominable culto a la muerte

POR RAFAEL BALDAYAC

La celebración pontifical  que honra a los que se han ido al “más allá”, comienza desde  hoy 1 de noviembre con el  Día de Todos los Santos como preámbulo  a los  Fieles Difuntos o Día de Muertos. Es un rito religioso prehispánico,  anterior a la llegada de los españoles, especialmente en las etnias mexicana.

Esta tradición viene de civilizaciones que realizaban este tipo de ceremonia por lo menos desde hace tres mil años. Era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

Ahora podemos ver que el rito se realiza en los cementerios donde normalmente limpian y decoran las tumbas con coloridas coronas de flores, ofrendas de prendas, comida, pan, agua, ron, cigarros, y en las casas rezan y levantan altares  con fotos de los difuntos rodeados de velas, porque creen que atraen y guían las almas de los muertos.

Hoy la iglesia romana celebra fiesta solemne por todos aquellos difuntos que, habiendo superado el “purgatorio”, se han “santificado totalmente”, han obtenido la “visión beatífica” y gozan, según ellos,  de la vida eterna en la presencia de Dios.

Muchos llegan más lejos adorando a la “Santísima Muerte”, cadavérica figura muy popular en México-extendida a otros países- que personifica la muerte y es objeto de culto. Los cristianos rechazan y condenan su veneración, considerándola diabólica.

Analizando estás practicas a la luz de las Sagradas Escrituras podemos ver que Dios desaprueba el culto a los muertos. Condena directa e indirectamente  consultar o comunicarse con los fallecidos, ya que para ÉL es algo abominable,  aborrecible. En Marcos 12:27 dice: “Él no es Dios de muertos, sino de vivos; ustedes están muy equivocados”.

Y no olvide que está costumbre fue una de las razones por la que Dios castigó a los habitantes de Canaán. El pueblo cananeo era adorador de los dioses Baal, Dagan y Asera, repudiados por los hebreos, la  tierra que en la actualidad se corresponde con Israel, Palestina (la Franja de Gaza y Cisjordania).

Es por eso que Deuteronomio 18:9-14  narra: “Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones….ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas”.

La Palabra de Dios nos habla claramente que los muertos no vienen, así que ellos no pueden salir a participar de las ofrendas que la gente les pone. Salomón reconoce: “Los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido” (Eclesiastés 9:5,6).

¿Quién recibe las ofrendas a los muertos? 1Corintios 10:20-22  da la respuesta: “Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios”. Y  Deuteronomio 32:17  ratifica: “Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; A dioses que no habían conocido”.

Claramente nos está diciendo que inconscientemente la gente les da esas ofrendas a los demonios. Detrás de cada ofrenda, imagen, ritos religiosos o acto idolatra está un demonio. Por tal motivo no debemos poner altar a los muertos, ni ofrendas, ni participar de ello.

Job,  varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, suspira y admite: “Como la nube se desvanece y se va, así el que desciende al Seol no subirá; no volverá más a su casa, ni su lugar le conocerá más (Job 7:9, 10).

Según el Antiguo Testamento el Seol es una morada común que constituiría la región de los muertos en pecado, una tierra de sombras habitada por quienes perecieron sin  haber recibido a Jesucristo como Señor y Salvador personal.

¿Entonces quiénes son los entes desencarnados que hablan en las sesiones espiritistas? Hay  en la tierra “un ejército de ángeles destructores” (Salmo 78:49), aliados de Satanás (Apocalipsis 12:7-9).

Esos seres que acuden a tales sesiones y hablan con los médiums “son espíritus de demonios, que hacen señales” (Apocalipsis 16:14). Los muertos descansan en espera del juicio. No intentemos comunicarnos con ellos porque nos contestará Satanás.

Hebreos 9:27 dice: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.”. Aquí entendemos que no se puede hacer ningún cambio en la condición espiritual después de su muerte — ya sea por sí mismo o a través de los esfuerzos de los demás.

El punto es que cada uno de nosotros tiene una sola vida, y somos responsables de cómo vivimos esa vida. Otros pueden influir en nosotros, pero en última instancia, debemos dar cuenta por las decisiones que tomamos.

Ricardo Rosa

Periodista, labor que realizo desde 1970. He laborado en diferentes medios noticiosos (radio, televisión, periódicos impresos y digitales) tanto de Santiago como de Santo Domingo.

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