Baracoero

De mal en peor economía venezolana

CARACAS, Venezuela.- Los siete días de la semana empiezan y terminan de la misma manera para Manuel. “De lunes a lunes, me acuesto y me levanto pensando en lo mismo: ¿qué vamos a comer mañana? ¿Qué vamos a comer el fin de semana?”, dice el hombre, de 46 años, quien describe su oficio como un “vendedor de todo”.

A la pregunta de cómo le ha ido en medio de la intensa crisis económica que envuelve a este país, Antonio, un guardia de seguridad, de 65 años, que pidió que no se use su verdadero nombre por temor a represalias del gobierno, mete la mano en el espacio entre el pantalón, que le queda ancho y su cintura: “Los pantalones me quedan bailando. Antes era 38 y ahora mire…”.

Patricia, una profesora universitaria de 49 años, que vive con su esposo, un analista en una firma de análisis social y su hija de 10 años, dice que se acabaron las comidas afuera, limitaron la compra de carnes y poco a poco han ido descendiendo sus cuentas de ahorro y de retiro, a medida en que la feroz inflación ha hecho prácticamente desaparecer sus salarios y los obliga a recurrir a lo guardado para llegar de mes a mes.

“La crisis, de una forma u otra, ha afectado a cada venezolano y venezolana”, dice Patricia, quien también prefiere que no se le identifique con su verdadero nombre, en una frase que resume, como ninguna otra que se pudiera haber escrito en este artículo, el efecto que a manera de sustancia venenosa ha regado a través de todo el espectro social venezolano la monumental crisis que vive este país, cuya economía va a contraerse un 35% este año y con una inflación que en el mismo periodo va a acercarse al 14,000%, según vaticinios del Fondo Monetario Internacional (FMI).

A consecuencia de la inflación, que ha disparado a niveles que parecen irreales los precios de los más básicos artículos, los salarios de los venezolanos no significan prácticamente nada, por lo cual a la inmensa mayoría de los venezolanos los ingresos no les alcanzan ni para la necesidad humana más básica: la alimentación.

Así, Venezuela ha terminado en una coyuntura que a muchos aquí y afuera se les hace aún imposible de creer o de comprender: en el país que tiene las mayores reservas petroleras del mundo y que tiene recursos y potencial de ser uno de los más ricos del mundo, hay millones de personas pasando hambre.

LOS NÚMEROS NO MIENTEN

El salario mínimo aquí es de un millón de bolívares al mes. Hay, además, nueve millones de venezolanos que se benefician de un subsidio para compra de alimentos conocido como “el cesta ticket socialista”, que es aumentado paulatinamente por el gobierno y que ahora asciende a 1.5 millones de bolívares mensuales.

Esto deja al aproximadamente 52% de los venezolanos que gana el salario mínimo con unos 2.5 millones de bolívares al mes. El Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela no publica estadísticas desde el 2014. Pero el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores(Cenda), una organización no gubernamental que lleva 40 años haciendo estos cálculos, fijó el precio de la canasta básica de alimentos en 39.6 millones de bolívares en abril, un aumento de 38.4% con relación a marzo del mismo año.

Un pollo completo estaba en estos días (con la descomunal inflación, los precios se disparan prácticamente de una hora a otra) en dos millones y medio de bolívares; un paquete de arroz cuesta 900,000 bolívares y medio paquete de pasta, 800,000. Un refresco de lata, que en Puerto Rico se consigue en entre $1 y $2 dependiendo dónde se compre, cuesta aquí unos 250,000 bolívares, que es el salario de una semana del que gane el mínimo de un millón de bolívares mensuales.

Exit mobile version