PUNTOS…Y PICAS

POR CARLOS MANUEL ESTRELLA

Señales del entorno

La República Dominicana goza de estabilidad macroeconómica, con tipo de cambio estable, inflación de un dígito, crecimiento sostenido y reputación externa atractiva para compra de bonos y/o negociación de empréstitos a tal sujeto de crédito tan “solvente”.

Este parece ser país de maravillas, pero también tiene mala fama por “calificaciones negativas” en mediciones internacionales que lo ubican en pésimos lugares en institucionalidad, corrupción, calidad educativa, seguridad jurídica y transparencia legislativa, entre otros aspectos.

En el ámbito institucional y de ejercicio democrático, en el entorno latinoamericano ocurren situaciones que deberían servir de lecciones para que bonanzas y avances que proclaman propagandistas del gobierno sean traducidas a la gestión pública en busca de credibilidad de la población.

A nivel interno y al margen de mediciones internacionales y estudios acreditados no propagandistas, la percepción generalizada la encarna el movimiento Marcha Verde sobre corrupción e impunidad, matizada con descreimiento en justicia y rampante aumento de inseguridad ciudadana.

Los dominicanos aspiran, en mirada al vecindario regional, que la institucionalidad electoral adquiera la madurez de Chile, que la majestad de la justicia pueda equiparse con actuaciones trascendentes ocurridas en Ecuador, Perú y Guatemala, entre otros países con procesos judiciales ejemplares.

Hay más ejemplos que pueden citarse de esta aparente oleada latinoamericana por la institucionalidad y transparencia, porque también en Brasil la justicia ha puesto en su lugar a quienes desde el ejercicio gubernamental se han enriquecido y apropiado de recursos del pueblo.

El modus operandi de Odebrecht con su escándalo internacional de corrupción fue similar en todos los países y aquí tuvo detalles relevantes como sede del ente responsable del manejo de la estructura mafiosa de corrupción, pero el caso está en “fase invernadero” por el Ministerio Público.