Cómo dejar de ser corrupto Cómo dejar de ser corrupto
POR RAFAEL BALDAYAC “Prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues cada uno es esclavo de aquello que lo domina.”  2Pedro... Cómo dejar de ser corrupto

POR RAFAEL BALDAYAC

“Prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues cada uno es esclavo de aquello que lo domina.”  2Pedro 2:19

El miedo a perder el poder,  corrompe. Vivimos una crisis de corrupción generalizada en todos los aspectos de la sociedad dominicana, la cual se extiende por  el mundo y en todas las áreas: política, económica, deportiva y religiosa. Nuestro mundo está agonizando en un nivel de podredumbre moral comparable a la época de Noé, previo al diluvio según Génesis 6:11.

Pero nos hacemos la preguntado ¿Qué es ser corrupto? El término corrupción procede del concepto de podredumbre, descomposición, putrefacción, que es el proceso natural de la degradación de un organismo biológico tras su muerte.

En el caso al cual no referimos, se entiende por corrupción una conducta inmoral y contrario a los valores cristianos, o sea muerte espiritual. La corrupción entraña un pecado grave pues es una agresión al prójimo y también al bien común.

Podemos identificar como corrupción cualquier acción de deshonestidad, falta de integridad, maldad, pecado:  ademas del soborno como los casos Odebrecht, también se cataloga  de corrupción  el trafico de influencia, la explotación del obrero,  el chantaje , el fraude y cualquier tipo de extorsión.  Es robar, engañar, apoyar lo injusto, mentir, codiciar, ambicionar, y darle la espalda al necesitado, explotándole o haciéndole  trampa.

El soborno es un delito que consiste en que una autoridad o funcionario público acepta o solicita dinero,  regalo  o dádiva a cambio de realizar u omitir un acto inherente a su cargo.

La Biblia  condena abiertamente el soborno. En Deuteronomio 16:19  leemos: “No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos”. (Deuteronomio 16: 19). Enjuicia el cicariato: “maldito quien acepte soborno para quitar la vida a un inocente” (Deuteronomio  27: 25).

Como consecuencia de la corrupción, el profeta Jeremías condenar a los que prosperarán haciendo lo malo (Jeremías 5:28) y por otro lado, prohíbe la opresión y el robo como parte de la corrupción. Leamos en Levítico 19:13 “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana”.

 También el libro de los Salmos contiene distintas referencias a esta lacra. “No morará en mi casa quien cometa fraude” (Sal 101, 7). “No juntes mi alma con los pecadores, ni mi vida con los hombres sanguinarios, que tienen en sus manos la infamia, y su diestra repleta de soborno” (Sal 26, 10).

¿Por qué existe la corrupción? Sencillamente porque somos pecadores. La corrupción nació en el huerto del Edén, cuando  Adán y Eva desobedecieron a Dios. Como consecuencia de ello apareció el egoísmo, el cual destruyo la naturaleza humana. A partir de ahí nace el pecado, el cual corrompe  el corazón del hombre, naciendo la codicia, la avaricia, el deseo de poder y todos los males que generan la corrupción.

Al estudiar detenidamente la Biblia vemos que a lo largo del Antiguo Testamento las sociedades se corrompieron continuamente. Ocurrió en la generación de Noé, en la etapa de la Torre de Babel, durante el cautiverio de los Hebreo en Egipto, y en el peregrinar de los hebreos por desierto en busca de la tierra prometida.

Como consecuencia de la corrupción, se destruyó la civilización de Noé, se desarrolló la esclavitud de los hombres, se escribieron los diez mandamientos, y durante todo el período de los reyes de Israel, sus gobernantes se corrompieron, y como consecuencia de ello fueron llevados al cautiverio. Es ahí cuando aparecen los profetas para señalar el pecado de la corrupción, ligado al corazón del hombre.

Lo que estamos viendo hoy son simples acciones  para aminorar o mitigar las consecuencias de la corrupción, por lo tanto, es utópico pensar que  “rasgando las vestiduras”  mediante  marchas, consignas, pancartas, manifestaciones,  y denuncias podremos regenerar la corrupción humana y la justicia acabar con la impunidad.

SÓLO HAY UNA SALIDA PARA ELIMINAR Y DEJAR DE SER CORRUPTOS, el nuevo nacimiento en Cristo Jesús. El vivir en integridad solo es posible mediante la experiencia  que la Biblia proclama; humillarnos, arrepentirnos, para ser una Nueva Criatura.

Ricardo Rosa

Periodista, labor que realizo desde 1970. He laborado en diferentes medios noticiosos (radio, televisión, periódicos impresos y digitales) tanto de Santiago como de Santo Domingo.

Baracoero