PUNTOS…Y PICAS

POR CARLOS MANUEL ESTRELLA

Emely dispara alarmas

La sociedad ha reaccionado indignada y con razón ante los gravísimos hechos recientes y similares que han quitado la vida a jóvenes adolescentes, previamente desaparecidas, como la escandalosa historia de Emely Peguero Polanco, embarazada, abortada y asesinada.

El caso Emely, de 16 años, nativa de San José de Cenoví, ha provocado protestas dentro y fuera del país y evidencia que es un fenómeno frecuente que ha destapado otros hechos de idéntico final como triste expresión de descomposición social y moral.

La autoridad paterna y materna queda cuestionada con sucesos en cuya génesis subyace complicidad, tolerancia e irresponsabilidad por omisión y comisión, de los cabezas de familias como primera escuela de la vida, a quienes la ley atribuye cuidado, desarrollo, educación y protección integral.

La iniciación sexual a temprana edad y el embarazo de adolescentes son realidades que deben provocar acciones preventivas, sobre todo educativas, para evitar la secuela negativa que arrastran en perjuicio de jóvenes que muchas veces son mal asesorados y mal acompañados en su entorno.

El ordenamiento jurídico castiga los adultos que sustraen, seducen y conviven con menores, a quienes no se atribuye capacidad para discernir ni consentir relaciones a destiempo y es a la familia a la que el Código del Menor le asigna obligaciones específicas al margen de las del Estado.

Cada caso de los últimos sucesos que han disparado las alarmas del cuerpo social colectivo tiene sus particularidades y quizás sean historias distintas que desgraciadamente han tenido similar resultado macabro porque padres y madres lo han permitido.

No basta reclamar castigo judicial condigno para este tipo de crimen escandaloso que hiere la epidermis pública, es urgente volver a mirar a la familia como célula social básica, primera escuela para formación en valores y reivindicar la patria potestad menguada.

La hora reclama autoridad, valores y educación familiar.