NUEVA YORK.- En el 2004 a Amanda Morales Guerra le advirtieron en su natal Peten, Guatemala, que la iban a secuestrar. La entonces joven de 20 años se...

NUEVA YORK.- En el 2004 a Amanda Morales Guerra le advirtieron en su natal Peten, Guatemala, que la iban a secuestrar. La entonces joven de 20 años se llenó de miedo y sin pensarlo dos veces, con la bendición de su madre, decidió cruzarse la frontera. Su objetivo era Nueva York, donde vivían sus hermanos.

“Pensaban que mi familia tenía dinero y huí para protegerme, pero fueron 20 días espantosos. Tuve que aguantar hambre, dormir en el monte, tomar agua sucia donde toman las vacas y los caballos, pasar alambrados que te cortan todo el cuerpo y sentir un miedo enorme”, recordó la mujer.

Ahora de 33 años, desde el jueves pasado decidió refugiarse con sus tres hijos en la iglesia Holyrood, en Washington Heights, para evitar que ‘La Migra’  la agarre y la envíe de regreso a Guatemala.

El pasado 3 de agosto la inmigrante tuvo una cita en el 26 de Federal Plaza, como había venido ocurriendo periódicamente desde el 2012, cuando se enteró que tenía una orden de deportación pendiente, pero a diferencia de otras ocasiones, esta vez le dijeron que tenía que abandonar el país.

“Ahí sentí que fue mi final y que el mundo se me vino encima. reMe dijeron que tenía que comprar mi boleto y que tenía que irme el 17 de agosto”, comentó la madre, mientras jugaba con sus tres pequeños en un improvisado cuarto ubicado en la parte trasera de la iglesia, que se volvió su hogar desde el mismo día que debía decirle adiós a Estados Unidos.

“El problema empezó en el 2004, cuando me crucé y caí con Inmigración. Ellos me agarraron en el desierto en Texas cuando iba cruzando la frontera. Me dieron unos papeles y me dejaron salir, pero nunca fui a ninguna corte, porque un abogado me dijo que de todas maneras me iban a deportar y me dio miedo presentarme”, recuerda la guatemalteca.

“Pero las cosas se pusieron peor en el 2012, cuando tuve un accidente con otro carro que me pegó. Ahí di mi pasaporte, me llevaron al hospital y por medio de eso me llegó después una carta donde me pedían que me presentara en Federal Plaza. Allí el supervisor me permitió quedarme con citas cada meses, pero hace 15 días me ordenaron irme definitivamente”.

La madre de familia está solicitando que reabran su caso para poder pelear por un alivio migratorio y así quedarse en el país con sus hijos Dulce, de 10 años, Daniela, de 7 y David, de 2, nacidos aquí.

“Les pido que no me regresen… solo pido una oportunidad”, clamó la mujer, quien afirma que su vida en Guatemala sería un infierno. “Las cosas allá están terribles. Sería demasiado difícil. Mis hijos sufrirían y yo también, porque allá hay mucha violencia y pobreza. De verdad les pido otra oportunidad. Yo no soy una delincuente, solo quiero trabajar y sacar a mis hijos adelante”.

 Y aunque ella sabe que no podrá permanecer toda la vida refugiada en la iglesia como si fuera una prisionera sin poder salir, asegura que retará a Inmigración dando la pelea con mucha fe.

Ricardo Rosa

Periodista, labor que realizo desde 1970. He laborado en diferentes medios noticiosos (radio, televisión, periódicos impresos y digitales) tanto de Santiago como de Santo Domingo.

Baracoero