Voces y ecos

Reino de la impunidad

POR RAFAEL PERALTA ROMERO

Los asesinatos de dos comunicadores en San Pedro de Macorís, al este del país, mientras trabajan en una emisora, instalada dentro de un importante centro comercial, demuestra una vez más que en República Dominicana no se está seguro en ninguna parte. La inseguridad ha sentado su dominio y es dueña de nosotros.

Luis Manuel Medina y Leónidas Martínez fueron acribillados aparentemente por un individuo que entró allí con esa misión. De paso, hirió gravemente a la secretaria de la estación radial. A pocas horas del hecho la Policía identificó como José Rodríguez al presunto asesino. Al día siguiente un oficial dijo que éste actuó solo.

Cuando se tapiaban las tumbas de los muertos, la Policía se encontró con el presunto asesino y al rato informó que el sujeto murió en un intercambio de disparos. Más tarde retoca la versión y asegura que Rodríguez se suicidó. ¿De un tiro en la frente? Otro caso para dudar de la institución responsable del orden público.

Ahora cada cual teje su versión. Esta columna se limita a dudar y a preguntar. ¿Mató el tal José Rodríguez a los comunicadores? ¿Quién le asignó ese trabajito? ¿Quién pagó la operación? ¿A quién mortificaban los comentarios que emitían? A continuación comparto la declaración del Colegio Dominicano de Periodistas:

Olivo De León, presidente del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) expresó su descontento con la muerte del presunto asesino de los locutores Leo Martínez y Luís Manuel Medina cuando laboraban en la emisora FM 103.5 de San Pedro de Macorís.

Dijo que tiene la información de que agentes policiales enfrentaron y mataron a tiros a José Rodríguez, a quien buscaban desde que Dayana García, secretaria de la emisora, lo identificara como el autor material del crimen.

Afirmó que en reiteradas ocasiones pidió a la Policía Nacional la captura vivo del presunto asesino, por considerar que de matarlo no habría quien aclarara sobre las razones, causas o motivos del doble crimen, cuántas personas estuvieron involucradas, si existe o no un autor intelectual, entre otras posibilidades.

Sostuvo que se han planteado varias tesis sobre el hecho, las cuales sólo podrían ser aclaradas con el apresamiento del asesino, quien al morir deja mayor confusión y crea más conjeturas, pues ahora surge la pregunta de si lo mataron a propósito, si fue una forma de que todo se quedara en penumbras y que nadie realmente sepa el porqué del horrendo crimen que sesgó la vida productiva de dos hombres que tanto aportaban a su comunidad.

El CDP expresa su inconformidad con la muerte del presunto asesino, la que entiende es una medida desacertada, errónea y poco profesional por parte de la Policía.