¿Tiempos de intolerancia? ¿Tiempos de intolerancia?
POR PEDRO DOMÍNGUEZ BRITO No puedo negar que me preocupan, por ejemplo,  Donald Trumppresidente de  los Estados Unidos de América; el EIL o ISIS (Estado... ¿Tiempos de intolerancia?

pedroPOR PEDRO DOMÍNGUEZ BRITO

No puedo negar que me preocupan, por ejemplo,  Donald Trumppresidente de  los Estados Unidos de América; el EIL o ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria); y Marine Le Pen, posible próxima presidenta en Francia. El mundo no puede darse el lujo de que impere la intolerancia.

Ser tolerantes es comprender que no necesariamente tenemos la verdad, aunque defendamos nuestras convicciones con gallardía.

Evitemos a los intolerantes, sin distinción. Odian y aman sin comprender los límites de ambas palabras, que mal asumidas pueden ser fatales para el buen juicio de quienes las practican. Juran que sus ideas son las únicas correctas y punto, sus sentencias no permiten apelación, y desdichado el que las enfrente, que por eso hasta su vida peligra.

Evitemos a los intolerantes políticos, a los que discuten con pasión sobre temas banales; a los que enarbolan con rabia su ideología sin apreciar las bondades de otras; a los que no ven nada bueno en el contrario, pues la razón solo la tienen ellos.

Evitemos a los intolerantes religiosos, que todo lo justifican en nombre de Dios. Nos dijo el papa Francisco que el fanatismo es un monstruo que osa decirse hijo de la religión. La religión no es fanatismo, es fe, bondad, comprensión, misericordia y servicio al prójimo. Escudarse en ella para cometer actos de barbarie es propio de cobardes.

Evitemos a los intolerantes nacionalistas, a esos que solo ven lo bueno en su terruño; que aborrecen naciones hermanas porque las consideran inferiores; que en nombre de la raza o de una alegada superioridad, humillan, maltratan, condenan y asesinan. No saben que los extranjeros no existen y que las fronteras son un mundano invento.

Evitemos a los intolerantes que solo piensan en lo material, que justifican y provocan guerras, bombardeos y crímenes para proteger sus intereses particulares o del poder que representan; también alejémonos de quienes solo se alimentan con dinero, esos infelices que en sus estómagos prefieren las monedas al agua que refresca el espíritu.

En fin, evitemos a todos los intolerantes, sin limitaciones, que los hay de muchas más categorías. Reprochemos a esos radicales, poderosos o no, ateos o creyentes, educados o analfabetos, pobres o millonarios, pues sus conductas no ayudan a construir un mundo mejor.

Gracias, la humanidad tiene un contrapeso para los intolerantes: el papa Francisco.

 

Ricardo Rosa

Periodista, labor que realizo desde 1970. He laborado en diferentes medios noticiosos (radio, televisión, periódicos impresos y digitales) tanto de Santiago como de Santo Domingo.

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