Podríamos hacer lo mismo Podríamos hacer lo mismo
POR RAMÓN DE LUNA Resulta alarmante en nuestro país, no sólo el aumento de la criminalidad, sino, también el alto número de adolescentes que... Podríamos hacer lo mismo

ramon-de-lunaPOR RAMÓN DE LUNA

Resulta alarmante en nuestro país, no sólo el aumento de la criminalidad, sino, también el alto número de adolescentes que resultan autores de crímenes horrendos, cometidos con saña como si fueran psicópatas de larga data.

Si se efectúa una revisión en la extensa lista de crímenes en que se han visto envueltos adolescentes, veremos que los autores están entre los doce, trece, catorce y dieciséis años. Muchos se dedican a asaltar y llevarse una cartera de mujer o una cadena, pero también aumenta el número de los que apuntan con una pistola y disparan a matar a sus víctimas.

Regularmente esa delincuencia juvenil prospera en los barrios marginados, de hogares destruidos y en el que ha faltado la orientación del padre, pues están bajo la férula de una madre que en su afán de buscar el sostenimiento de un alto número de hijos, no tiene tiempo de vigilar con quienes se juntan los mayorcitos, si están yendo a la escuela, ni cómo fue que el hijo grande obtuvo esos tenis de marca, o el celular con el cual se pasea.

Hoy en día se debate en Argentina si hay que reformar el Código para llevar a la edad Penal a los adolescentes de catorce años. El alto número de crímenes cometidos allí por muchachos que son niños, ha provocado ese debate.

En la mayoría de los países del continente la susodicha edad Penal se halla en los dieciocho años, pero, como ocurre aquí, cada año aumenta el número de estos que se han dedicado a delinquir y a cometer crímenes que antes solo eran cometidos por gente adulta.

Argentina se sumaría en este sentido a las reformas ya existentes con sistemas de responsabilidad penal juvenil en algunos países del área. En Brasil, por ejemplo, la tiene entre los doce y los dieciocho años; Uruguay entre los trece y los dieciocho, pero en Argentina ocurre lo que muchas veces aquí ha sucedido: los menores envueltos en crímenes si son pobres, los llevan presos y si no lo son, se los entregan a los padres.

Para tomar una decisión de esa envergadura habría que consultar y escuchar las opiniones de los profesionales del Derecho, pero de una cosa estamos muy seguros: hay que enfrentar este problema de la criminalidad protagonizada por jovencitos de doce, trece, catorce y quince años.

Sabemos que existen tribunales para menores de edad, que no son reformadores de la conducta impropia de los adolescentes, pues son antros donde adquieren de los otros nuevas modalidades criminosas.
Desconocemos cuáles son los planes que tienen las autoridades en este sentido, pero hay que hacerle frente a la alta criminalidad existente, liderada por niños enrolados en bandas y que cometen crímenes qu

Ricardo Rosa

Periodista, labor que realizo desde 1970. He laborado en diferentes medios noticiosos (radio, televisión, periódicos impresos y digitales) tanto de Santiago como de Santo Domingo.

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