Baracoero

La masacre de Manaclas

ramon-de-lunaPOR RAMÓN DE LUNA

Que se recuerde, las navidades de diciembre de 1963 han sido las más tristes pasadas por el pueblo dominicano, tras la masacre hecha por tropas gubernamentales cuando aquí desgobernaba el tristemente “celebre” Triunvirato.

Aquel 21 de diciembre el luto arropó a casi todas las familias criollas con la operación realizada en Loma Manaclas, allá en lo más alto de la Cordillera Central, día en que el líder del Movimiento Revolucionario 14 de Junio y quince compañeros más fueron engañados y fusilados. Cincuenta y tres años han transcurrido desde entonces.

Varios frentes guerrilleros fueron abiertos: en el Norte, el Este y el Nordeste operaron por algunos días, pero como le ocurrió a los expedicionarios venidos en 1959 por Constanza, Maimón y Estero Hondo, no hallaron la cooperación del campesinado dominicano y esos frentes comenzaron a extinguirse, unos porque cayeron en la jornada y otros, porque se entregaron.

No obstante eso, se protagonizaron acciones brillantes y ocurrieron sucesos que hay que relatar, como fue aquel protagonizado por Domingo Sánchez Bisonó, mejor conocido como El Guajiro, quien fielmente le sirvió de guía en aquellas montañas a Manolo y sus compañeros.

El Guajiro y Fidelio Despradel entran a una humilde bodega de montaña en donde se encontraban varios campesinos, entre ellos, el Alcalde Pedáneo. Fidelio se queda atrás para protegerle las espaldas al Guajiro y como éste lleva puesta su indumentaria de guerrillero, rápidamente el Alcalde lo nota y le da una estocada que le hace brotar los intestinos. Fue entonces cuando Fidelio acciona la pistola que llevaba al cinto y derriba al pedáneo de un disparo.

Como se recordará, el “triunviro” Manuel Enrique Tavárez Espaillat anuncia por la radio y la televisión que si el grupo de Manolo se entrega “era innecesario reiterarles que sus vidas y derechos serían religiosamente respetados”. Creyendo la oferta, Manolo y quince compañeros más bajan y se entregan a los soldados apostados loma abajo, estos los forman y los ametrallan llenos de gozo.

Inmenso fue el dolor sufrido por la sociedad dominicana al saber el engaño de que fuera víctima el grupo, con Manolo a la cabeza. Uno de los “triunviros”, asqueado por la cobarde acción, anunció su renuncia. Fue grande la tarea de ir al rescate de los cuerpos que en Manaclas cayeron vilmente asesinados.
A orillas del Río Amina existe una tumba en donde reposan los huesos del bravo Guajiro que, herido de muerte y con las vísceras afuera, es cargado por Fidelio y depositado en una tumba que tiene su nombre y una leyenda.

(Seré más preciso en el caso del Guajiro y Fidelio: Sus compañeros lo envían a la bodega para ver si pueden abastecerse de víveres. Cuando el Guajiro entra a la bodeguita, encuentra a varias personas del lugar que hablaban sobre la presencia de los guerrilleros en aquellos contornos. Desgraciadamente, uno de los contertulios conocía al Guajiro y, al identificarlo, el pedáneo hace cerrar la bodega.

Cuando Fidelio y sus demás compañeros ven que Bisonó no sale y que la bodega está cerrada, se acercan y amenazan ametrallar el lugar. Abren y el grupo entra abruptamente, ven al Guajiro herido y cuando el alcalde mira a Fidelio, intenta atacarlo y este dispara su pistola y lo derriba.

La siguiente tarea era llevarse al compañero herido, al cual las vísceras le brotaban por la herida inferida y Fidelio lo carga y se alejan montaña arriba. Esto ofrece una idea más acabada de lo que allí ocurrió.
“Y diréis la Verdad y la Verdad los hará libres…)

La fecha pasó inadvertida para muchos, lo que es prueba de que los dominicanos fácilmente olvidamos a nuestros grandes muertos. “Pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla….”

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