UNA PROHIBICIÓN NECESARIA UNA PROHIBICIÓN NECESARIA
POR RAMÓN DE LUNA La falta de incentivos ha sido la causa principal para que familias campesinas de América Latina y el Caribe iniciaran... UNA PROHIBICIÓN NECESARIA

ramon-de-lunaPOR RAMÓN DE LUNA

La falta de incentivos ha sido la causa principal para que familias campesinas de América Latina y el Caribe iniciaran cuarenta o cincuenta años atrás el éxodo masivo hacia las grandes ciudades, buscando un sueño que han creído no lograr en donde estaban sus raíces.
Fue así como dejaron atrás sus escasas y pobres pertenencias: el rancho cobijado de yagüas, al vecino que se ha resistido a irse, aquel paisaje hermoso que de tanto verlo ya no les causa ninguna impresión agradable y el camino terroso por donde andaban los abuelos, que se acostumbraron a rumiar sus miserias y al olvido a que los condenaron los gobiernos, pues siempre vivieron marginados.
Y un día decidieron irse. Se fueron a las grandes ciudades atraídos por las luces de neón, pensando que tal vez podrían lograr el sueño que soñaron tantas veces y nunca se les hizo realidad. Llegaron ilusionados y a orillas de la cañada o el arroyo, comenzaron a levantar aquellos ranchos de cartones en la periferia de la gran ciudad. Decididos como estaban, se pusieron bajo el brazo el machete que siempre tuvieron a su lado, esperanzados al emprender la tarea de convertirse en jardineros y ofrecer su fuerza y su sudor en la mansión que estaba circundada por un hermoso jardín.
Tras de ellos, deslumbrados por los rumores que llegaban de que el compay Juanico triunfaba en la gran ciudad, se fueron Nicodemo, el primo Remigio y el viejo Pancracio. Presurosos vieron el viejo cauce de lo que fue una turbulenta cañada y con evidente alegría en sus rostros, también levantaron casuchas y fue así como fueron creciendo de la noche a la mañana aquellos barrios de favelas.
Pronto la realidad les golpeó el rostro, la vida en la gran ciudad no era fácil, pero la suerte estaba echada y ya no podían volver a donde estaban sus raíces, derrotados y exhaustos y ser objeto de las burlas de aquellos que se habían resistido a irse.
Esa es la historia del éxodo campesino en América Latina y el Caribe que, por la falta de autoridades competentes y decididas, que se negaron a invertir en el campo y hacerle la vida más plácida a millones de personas, otorgándoles un pedazo de tierra, construyendo centros sanitarios, escuelas, proporcionándoles agua potable y caminos por donde sacar las cosechas y la consiguiente asesoría técnica, solo se acordaban de ellos a la hora de buscar el voto.
Y nos preguntamos: ¿no habrá llegado la hora de frenar aquello? ¿Habrá llegado la hora de evitar la ocupación en la vecindad de cañadas, arroyos y ríos, para que no se repita lo que ocurre aquí en temporadas lluviosas con tantas pérdidas de vidas?
Es la hora de tomar decisiones, la hora de aplicar una política inteligente que evite tantas tragedias; fijar la vista hacia el campo y buscar la forma de que las familias campesinas tengan una vida mejor y se frene el éxodo, que ha sido una constante en los últimos cincuenta años.

Ricardo Rosa

Periodista, labor que realizo desde 1970. He laborado en diferentes medios noticiosos (radio, televisión, periódicos impresos y digitales) tanto de Santiago como de Santo Domingo.

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