POR: Santiago González Capacidad de asombro Cuando una población pierde su sensibilidad, su capacidad de asombro ante las muertes violentas, los más sensibles se dicen...

POR: Santiago González

Capacidad de asombro
chago-1Cuando una población pierde su sensibilidad, su capacidad de asombro ante las muertes violentas, los más sensibles se dicen que mal andamos. Mi afirmación se desprende de lo escuchado y leído de gente que estos días se alegra de la muerte de dos hombres ultimados por otro que iba a asaltar una mujer, en el barrio Camboya al norte de Santiago.

Fernando de Jesús Cruz, el victimario, la emprendió a tiros contra Juan Carlos Rodríguez Peña (El Matón) y Luis José Veras Martínez, (El Caminador), de 28 y 22 años respectivamente, quienes residían en el sector El Ejido. Eran reconocidos por sus actividades delictivas. Lo menos que han enarbolado esas voces es “dos menos”.

Como si la cifra de víctimas a causa de hechos delictivos acabara con ese mal. Nada justifica los asaltos. Pero tampoco nada que andemos tiroteándonos en las calles como salvajes. Los robos y las conductas de antisociales mantienen desesperados a los ciudadanos.

Esos jóvenes muertos a tiros actúan igual de manera violenta que quien los enfrentó. El hombre que ultimó a esos muchachos, ¿es culpable o inocente de esta realidad que vivimos en las calles? Hay decenas de casos como este, pero tenemos una autoridad que está de brazos cruzados. La violencia callejera nos va haciendo perder nuestra capacidad de asombro.

Nos volvemos insensibles ante los casos donde actúa la sociedad por sus propias manos y no la autoridad que debe perseguir el delito. En ciudades como Santiago esta situación va y viene de manera cíclica, pero nada en serio se ha hecho para detener el delito callejero. Las autoridades judiciales no responden al llamado de una sociedad que clama por seguridad. Este es un desafío urgente a enfrentar.

Talleres

Aunque el lema que enarbola el síndico de este municipio, Abel Martínez, es “Es tiempo de vivir en orden”, no ha dejado claro si los talleres de metalmecánica, madereros, de muebles y gomerías instalados de manera improvisada en las aceras, también los enfrentará.

Hay decenas de estos negocios instalados en barrios y hasta urbanizaciones afectando la salud acústica y medio ambiental de los residentes de esta ciudad.

Hace apenas unos días un vecino de La Yagüita de Pastor se me acercó y me comentó del tema muy preocupado porque los decibeles de ruidos son muy altos en los alrededores de su vivienda. Muy molesto dijo que ha ido a varias instancias pero que nadie le ha escuchado.

La Procuraduría y el Ministerio de Medio Ambiente están en sólo perseguir casetas mal ubicadas, y qué bueno que lo hacen. Repito mi afirmación del otro tema, la gente se cansa de que la autoridad no actúe, por ello se va imponiendo esta ley de la selva en las calles. Los propietarios de gomeras ocupan las calles y bien gracias, nadie les dice nada. Esta realidad tiene que ser enfrentada.

POR: Santiago González Vanderlinder Gonzalezsan@gmail.com

Ricardo Rosa

Periodista, labor que realizo desde 1970. He laborado en diferentes medios noticiosos (radio, televisión, periódicos impresos y digitales) tanto de Santiago como de Santo Domingo.

Baracoero